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Semana Santa en los Mensajeros de Paz
La Semana Santa es la fiesta cristiana que recuerda los últimos momentos de Cristo en la Tierra: la pasión, la muerte y la resurrección
- Domingo de Ramos -Ver más
- Jueves Santo – La cena del Señor -Ver más
- Viernes Santo – La Pasión del Señor - Ver más
- Sábado Santo - Vigilia Pascual -Ver más
- Domingo Santo – Domingo de resurrección -Ver más
Resumen actividades Semana Santa
Testimonio de fe en el encuentro con Cristo
En este itinerario hacia el camino de la Cruz, es una de las experiencias donde muy pocas veces acogemos el misterio de Dios en nuestras vidas, en nuestro corazón; tal vez, porque solo nos hemos acostumbrado a ver la Semana Santa, como un acontecimiento que pasa, y en algunos casos recordamos con mucho fervor. Desde mi experiencia como Mensajero de Paz, no podía dejar pasar y callar en mi vida, en el silencio de mi corazón, el misterio de Jesús, que resuena en mi historia, en nuestra historia, que resuena en mis hermanos, que resuena en el que sufre, en el necesitado, en donde Cristo muchas veces es ofendido y ultrajado. El martes Santo, tuve la oportunidad de visitar con mis hermanos a una familia muy pobre. Nos encontramos a un señor con discapacidad visual y a su hijo con discapacidad cognitiva. La casa se encontraba en un abandono total. Al encontrarme con esa realidad, era imposible no disponerme para acoger, acudir con prontitud y abrir el corazón a la escucha constante de Dios, hablándome en muchos ambientes del lugar, donde Cristo agoniza y se siente solo. Como solo lo dejaron los Apóstoles.
El miércoles Santo, nos organizamos en grupos para visitar a las familias de las veredas aledañas al Monasterio. Nuestra salida fue un constante dejarnos sorprender por el Señor, lugares donde no solo acogíamos al Señor, sino que Él nos abría las puertas de su casa, y nos recibía con alegría. Un encuentro donde juntos celebrábamos; un encuentro, donde Él me llama y está en espera de una respuesta, de un “SÍ”, que me invita a desear y degustar las pequeñas cosas de la vida, en el desprendimiento de muchos apegos que aíslan una vida filial, confiada y amorosa. Cada una de estas experiencias empiezan a cobrar sentido, cuando todo acontecimiento de la vida es puesto en oración, cuando somos capaces de arriesgarnos y dejar que sea el Señor escribiendo en mi historia y en mi caminar cosas nuevas; no de una vida soñada o imaginada, sino la que Dios en su Divina Voluntad propone día a día. Jueves Santo… momentos de silencio desconcertantes, Jesús vive Su pasión. Acoger los sentimientos de Cristo en este día, fue en mi corazón, un soportar con paciencia las muchas veces en el que sucesos o experiencias de mi fragilidad humana, me han sumergido en el dolor y el abandono. Acoger los sentimientos de Cristo, no sólo me ayudó a aceptar mis realidades, sino a asumir con plena convicción y conversión, el propósito y el querer de Dios que se manifiesta en mi vida. Fue un perderme para encontrarme a mí mismo, y poder alcanzar la identidad de hijo de Dios. Viernes Santo… momentos dramáticos, el Cristo que sufre por los pecados de la historia, los pecados de la humanidad. Creer que Dios se hace presente en las dificultades, es nuestra mayor prueba de fe y fidelidad, pero también es el salto en el que muchos de nosotros, llamados a la confianza, han reconocido que en la persona de Jesús está la solución a todos nuestros problemas. Respuesta que, en el silencio, Dios se hace presente con su perdón y su misericordia para cambiar lo más profundo de mi ser. Unir mis sufrimientos a los padecimientos de Cristo, es caminar junto a él al calvario, fue entregarle todo lo que soy, fue sufrir junto a su Madre, momentos de caídas, pero, sobre todo, momentos donde el Señor me levanta de las profundidades de mi vida, y sepulta en la cruz mi pasado.
Sábado Santo… El silencio y la Paz invaden todo el Monasterio, camino hacia el oratorio y recuerdo que el Señor no está, Su ausencia en este lugar me hacía sentir extraño, le añoraba, quería sentirlo cerca. Durante la noche en la Vigilia Pascual, cuando se hacía presente en medio de todos nosotros, solo le di gracias… Gracias por amarme a cada instante, gracias, porque esta invitación a vivir día a día la resurrección, es la gran motivación de amar y servir con alegría en lo que Dios quiera, como Dios quiera, cuando Dios quiera, y a donde Dios quiera. Gracias por mis hermanos, por mi familia, gracias, por ser Mensajero de Paz.
Hno. Josemaría Arrieta Zambrano
Tiempo de Pascua, tiempo de fortalecer la fe, la esperanza y la caridad
Tal vez para muchos la Semana Santa fue un tiempo de descanso, de recreación, de vacaciones, pero para nosotros los católicos fue un tiempo para volver a contemplar los misterios de la Pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo.
Y con el domingo de resurrección comenzó un tiempo fuerte en la Iglesia Católica y es el tiempo de Pascua. Pero, ¿Qué queda después de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo?, es una pregunta que puede quedar en el corazón después de celebrar la Pascua y la respuesta puede tener muchos puntos de vista y matices.
Y viendo la Pascua desde las virtudes teologales, la resurrección de nuestro Señor Jesucristo nos debe llevar a fortalecer la fe, la esperanza y la caridad. Estas tres virtudes teologales que nos ayudan a vivir como verdaderos cristianos, la fe tan necesaria para convencernos cada vez más que tenemos un Dios que nos ama y que nos acompaña en nuestras diversas realidades, pero que sobre todo respeta nuestra libertad, la esperanza que nos ayuda a anhelar esa vida eterna que nos prometió nuestro Señor Jesucristo y la caridad para amar cada día más a Dios y a nuestro prójimo, que nos lleve a perdonar, que nos lleva a servir, que nos lleva a ser solidarios.
Si, este tiempo pascual es un tiempo especial para ser testimonio de esas tres virtudes teologales en nuestra vida personal, en nuestra vida familiar, en nuestra vida comunitaria y nuestra sociedad.